El casco del Vasa, original, recuperado del fondo marino.
En "Crónicas del Ángel Gris", Alejandro Dolina comentaba acerca de un balneario llamado "Playa Desierta". Se trataba de una playa muy tranquila y soleada, con pocos turistas. Ideal para un veraneo relajado. Los promotores turísticos vieron allí un negocio y promovieron la visita de ese lugar. Los turistas se entusiasmaron con la idea y comenzaron a visitar el balneario. Seguidamente, recomendaron a sus allegados pasar las vacaciones el Playa Desierta. La propuesta fue tan exitosa que Playa Desierta se llenó de turistas que iban allí buscando soledad y calma. En fin, Playa Desierta ya no ofrecía las ventajas esperadas. El éxito de la propuesta redundó en su fracaso. Por eso es que luego ya nadie quiso volver a pasar las vacaciones allí y Playa Desierta volvió a ser desierta.
En el siglo XVII Suecia estaba en guerra contra Polonia. Los reyes de ambos países eran primos y se disputaban la supremacía sobre el mar Báltico. Para mostrar su poder, el rey sueco mandó a construir un barco de guerra enorme. El barco llevaría el nombre de "Vasa", dinastía ocupante de la casa real sueca. El Vasa tuvo un costo altísimo. Fue construido con madera de roble de alta calidad y contaba con dos hileras de cañones. Se esperaba transportar en él cuatrocientas cincuenta personas. Creo que mide más de cincuenta metros desde la quilla hasta la punta del palo mayor. La gran elevación del casco serviría para que los cañones pudieran verse desde lejos. Todo el casco fue decorado con esculturas coloreadas que representan a divinidades clásicas y a emperadores de Roma. El último detalle, un desafío al emperador alemán, autodesignado continuador del principado romano. El único detalle que se les escapó a los constructores (que seguían órdenes del rey) fue que el centro de gravedad del barco estaba por muy por encima de la línea de flotación. Resultado, el Vasa fue botado al mar navegó unos mil trescientos metros durante cinco minutos, inclinado sobre uno de los lados y haciendo agua. La alegría de haber inaugurado semejante prodigio náutico fue extremadamente fugaz. El barco de guerra que prometía ser imponente, tornó en un fracaso rotundo desde su inicio. Allí quedó, treinta y tres metros debajo de la superficie.
Muchos años después, en la década de 1950, un explorador logró encontrar el Vasa. Con técnicas muy sofisticadas y con mucha paciencia lograron rescatarlo. El material estaba íntegro en 95%. Con mucha investigación, integrando arqueología, física, química, fisiología (había que mandar los buzos), se logró reconstruir el viejo navío. Hoy está expuesto en un museo íntegramente dedicado al Vasa: www.vasamuseet.se
Ver un barco antiguo, acaso no llame mucho la atención, pero ver un barco naufragado e íntegramente recuperado es algo digno de verse. Es hoy uno de los sitios más visitados de Estocolmo. Gracias al inicial fracaso, el Museo del Vasa goza de un rotundo éxito.
Réplicas de las esculturas de la popa, con los colores originales
La popa del Vasa, con las esculturas originales. El agua borró sus colores.
Equipo de buceo usado en el s XVII para recuperar los cañones. Te la regalo, meterse así a 33 metros, en el Báltico.