Junto al templo y a la surgente sagrada, nuestros ancestros establecieron una casa de baños con tutti i fiocchi: natatorio, tepidarium (sala tibia), caldarium (sala caliente), laconicum (sala de calor intenso y seco), frigidarium (sala fría) y locales para cambiarse, relajarse, recibir masajes, etc.
Hoy esta ciudad recibe el prosaico nombre de Bath (Baño)... nada original, pues así se llaman otras ciudades termales: Baden-Baden (Baden-Wuerttemberg, Alemania), Hammamat (Túnez), Ax-les-Bains, Ax-les-Thermes (Francia). Es un lugar muy hyggelig o muy gemütlich, pero creado por los latinos, a quienes aún hoy nos cuesta encontrar una traducción precisa para estos términos, pero a quienes no nos cuesta entender qué significa tener un momento de placer personal.
La marca latina sigue presente en la Gran Bretaña de hoy: el lenguaje literario o culto está compuesto fundamentalmente de términos provenientes del latín, la cultura francesa es sinónimo de refinamiento, la gastronomía italiana representa el buen gusto. Y, como para variar un poco la cerveza en un pub después del trabajo, es posible y divertido probar unas tapas en algún bar hispano. Miles de años después de que Romulus marcara el surco que delimitaba la Ciudad Eterna en su origen, los latinos seguimos compartiendo nuestros saberes. Llevamos los nuestros dictados por Minerva. Adquirimos los nuevos, dictados por Sulis. Construimos las nuevas termas para beneplácito de los celtas y de los inmigrantes mediterráneos. Tomamos cerveza de cereales del norte y traemos nuestro vino de uvas mediterráneas. Salve!
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