Amorphophallus sp. en flor.
Finalizaba el año 2005 y yo terminaba mi doctorado. En ese momento, me regalaron un bulbo de Amorphophallus que viajó conmigo a Copenhague y permaneció allí. Y en cada primavera, el vástago volvió a crecer y a cada invierno a morir y preparar la hibernación.
Este año, mi planta de Amorphophallus floreció por primera vez. Y justo se abrió la flor para el día de San Jorge (23 de abril), fecha que me es muy cara.
Una característica de esta flor es el olor fuerte que despide. Es olor a cadáver, que le sirve para atraer a las moscas que operan de polinizadores. Esta particularidad me hizo reflexionar acerca de la utilidad de una flor semejante. Por ejemplo, el Sr. Pimpi podría habérsela regalado a la Srta. Nela ante su reiterado reclamo angiospermatófilo.